martes, 4 de agosto de 2009

A UNA HERMOSA DAMA

Bella Dama:
Enemigo implacable del matrimonio por espíritu de amargo pesimismo relativo a la humanidad,
siendo yo parte de ella, pensé imponerme el triste celibato, persuadido por el difícil camino a recorrer, para encontrar una compañera, que con el tesoro de sus conocimientos y esmerada cultura, me endulzara las penas que a muchos nos acongoja en nuestra existencia.
Han transcurrido tal vez; los mejores años de la primavera de mi vida, con el natural abatimiento de que no ha gozado sus alma de los celestiales efluvios de un purísimo amor.
Pero quizo Dios que mis propósito se desvanecieran por completo, al conjuro de la magia irresistible de otros encantos que descubren un alama angelical y una bondad santa, condiciones maravillosas para convertir la tierra en un paraíso donde tuve la dicha de conoceros, comprendí entonces los inmensos beneficios que nos ofrece el amor, radiante luz que ilumina nuestra existencia; fuego celestial que alienta nuestros espíritus, impulsándolos siempre por el camino de la bondad, delicioso perfume que convierte las impurezas de la tierra en los embriagadores aromas del florido pensil, éter purísimo que nos comunica las mayores energías, para efectuar con calor temerario a los mas grandes sacrificios.
Todo esto me lo inspirasteis vos en aquel momento hermoso que os conocí y desde entonces e sentido arder en mi pecho esa llama prodigiosa del amor que todo lo llena de luz y esperanza.
Si como yo lo sentís vos, y me consideréis la dicha de ser correspondido, encontrareis en mi un esclavo que cifrará todas sus ilusiones colmadas de venturas.
Es de usted ferviente admirador que vuestros pies besa.
Anhuver